¿Cómo Salir De Una Emergencia Emocional?
19/06/2023Sanar Cargas Familiares
22/07/2023Hoy te quiero contar dos historias:
La semana pasada en uno de mis diez minutos de descanso de la computadora, me dirigí a la puerta de la calle a simplemente recibir un poco de aire. Me tocó la hora de la salida de una escuela secundaria cercana.
Justo en ese momento vi a un grupo de 5 adolescentes varones que iban juntos platicando. Uno de ellos, el más grande, alto y fuerte, agarra la mochila que otro de ellos llevaba a la espalda y no le dejó caminar más… El dueño de la mochila no podía contra la fuerza del más grande y le suplicaba que lo dejara ir; el más grande no quería…
A mí me hirvió la sangre de coraje. Y de inmediato me di cuenta de que me estaba proyectando en mi propia infancia y adolescencia.
Historia dos: El martes de la semana pasada tomé una decisión que jamás en la vida creía que lo iba a hacer, ni en broma: me inscribí en un buen gimnasio de mi ciudad.
Al terminar cada uno de mis ejercicios sentía la satisfacción de haber logrado un pequeño nuevo reto. Nunca en mi vida había estado en un gimnasio, y haber dado ese paso ha significado mucho para mí. Ayer, saliendo del gimnasio tuve una revelación:
Cada mañana en que me dirigía a pie al colegio, iba con el estómago fruncido de miedo, esperando los golpes, aventones, humillaciones y burlas de los compañeros. Secretamente no quería ir al colegio, pero jamás dije nada de todo lo que era víctima; siempre me quedaba callado e indefenso, aguantando todo.
Ayer, llegando del gimnasio, me di cuenta de que cada una de las personas que asistían a la misma hora que yo, eran para mí los compañeros de la primaria y secundaria. La diferencia era muy grande: ahora no me iban a hacer daño, ahora yo también me estaba “poniendo fuerte”, ahora yo también estoy grande, ahora yo también estoy haciendo lo mismo que ellos, ahora no me siento inferior a ninguno de ellos, simplemente van un poco más aventajados que yo. Pero yo también soy capaz de llegar al nivel que yo quiera.
Y entonces en mi mente y en mi corazón (y en todo mi ser) surgen unas palabras que se repitieron varias veces, en medio de un llanto reprimido por años: “¡Ahora sí cabrones, no me van a hacer nada! ¡Ahora no me van a hacer daño! ¡Ahora sí van a saber quién soy yo!
Nuestra mente inconsciente siempre busca la forma de cerrar ciclos y sanar. Pero date cuenta de algo: YO TUVE QUE ESTAR DISPUESTO A HACER ALGO DIFERENTE. Mientras sigamos haciendo lo mismo, nuestros circuitos neuronales seguirán trabajando de la misma forma.
¡Es momento de que tomes acción y te decidas por hacer algo diferente! Toma terapia.