¿Qué Son Los Padres Internos?
04/03/2023¿Qué Son Las Heridas Transgeneracionales?
06/03/2023Todos hemos tenido en la infancia experiencias traumáticas o difíciles que nos han marcado emocionalmente.
Las emociones producidas por determinados episodios de esta de la vida han ido creando, capa a capa, la persona en la que nos hemos convertido.
Afrontémoslo: a todos nos han marcado episodios con una carga emocional. Mientras recordábamos la experiencia una y otra vez, el cuerpo empezó a revivirla de manera repetida con ese simple pensamiento.
El período de reacción de la emoción se alargó tanto, que esta simple reacción emocional acabó transformándose en un estado de ánimo, después en un temperamento y, por último, en un rasgo de personalidad.
En la juventud hacemos un montón de cosas que consiguen, por un tiempo, hacernos olvidar esas emociones antiguas y profundas, como si las metiéramos debajo de la alfombra.
Es embriagador hacer nuevas amistades, viajar a lugares desconocidos, trabajar duramente para subir de categoría, aprender nuevas habilidades o practicar un nuevo deporte. Rara vez sospechamos que todas estas acciones están motivadas por los sentimientos que nos produjeron determinados episodios del pasado.
Más tarde estamos ocupados de verdad. Vamos a la escuela o colegio, luego tal vez a la universidad, nos compramos un coche, nos mudamos a otra ciudad, estado o país. Empezamos una carrera, conocemos a personas nuevas, nos casamos, compramos una casa, tenemos hijos, adoptamos una mascota, nos divorciamos, hacemos ejercicio, iniciamos una nueva relación sentimental, practicamos una habilidad o una afición…
Usamos todo cuanto conocemos del mundo exterior para definir nuestra identidad y evadirnos de lo que sentimos en nuestro interior. Y como todas estas experiencias producen millares de emociones, nos damos cuenta de que estas emociones parecen hacernos olvidar de los sentimientos que ocultamos. Y funciona durante un tiempo.
No me malinterpretes. En la juventud, todos progresamos con los proyectos que emprendemos en distintas etapas. Para poder conseguir muchas cosas en la vida, tenemos que traspasar los límites en los que nos sentimos cómodos e ir más allá de los sentimientos habituales que en otra época nos definieron.
Conozco perfectamente esta dinámica en la vida. Pero cuando nos superamos, nunca nuestras limitaciones fueron el centro de nuestra atención: tuvimos que haberlas enfrentado y superado; o bien, seguimos cargando con el pesado equipaje del pasado.
Llega un punto en que esta situación de cargar el pasado se hace insostenible. Y esto suele ocurrir en la mitad de la tercera década de la vida (aunque varía mucho de una persona a otra).
Y entonces el gran dilema: ¿seguiremos diciendo que “todo está bien y nosotros somos así”, o mejor nos permitimos darnos cuenta que hemos estado mintiéndonos a nosotros mismos toda la vida, escondiendo lo que verdaderamente sentimos, somos y queremos ser.
¿Tú qué eliges?
¿Te gustaría que te ayude a sanar tus heridas emocionales y transgeneracionales?
Haz click aquí: